Esta versión del clásico de Pablo Milanés fue inicialmente grabado como tema para incluir en el segundo álbum de Los Problemas, pero la compañía decidió desecharlo "por ser demasiado deprimente" (en palabras del propio Enrique) y terminó viendo la luz en el recopilatorio de grandes éxitos de 2001. Vista desde hoy, la interpretación que hace Enrique de este tema (personalizándola y dándole con su voz matices nuevos a cada frase, algo muy meritorio en una canción como ésta, archiconocida) no se puede calificar más que de sobrecogedora: se nota la implicación emocional del intérprete con lo que dice la letra, y por eso desprende sencillez y honestidad hasta el punto de que acaba pareciendo un tema propio.
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