Alguien (en internet) describió perfectamente esta versión: "Es como si Mick Jagger y John Lennon se hubieran reunido una vez para grabar juntos y nadie se hubiera enterado." Pues eso es, ni más ni menos. Porque resulta sencillamente inconcebible que una versión tan genial de una canción tan absolutamente sublime no haya tenido trascendencia ninguna (¿alguien la ha escuchado alguna vez en la radio, sea cual sea la emisora?).
Antonio Vega y Enrique eran, en muchas cosas, espíritus afines. Y no me refiero a lo más evidente (la heroína), sino a esa especie de hipersensibilidad lírica que revestía las cosas más cotidianas de un significado especial e inusitado. Es cierto que las letras de Enrique eran mucho más directas y descarnadas que las de Antonio Vega (siempre oscuro y críptico), pero en el fondo los dos trataban de las mismas cosas: un universo interior donde refugiarse y donde protegerse de un mundo exterior hostil y, para ellos, totalmente incomprensible.
Despierta ya, mira que luz...
Nada envidia el norte al sur.
Recuérdame que lo de ayer, no se olvida sin querer.
Eramos uno y uno y luego dos,
Mas cerca cada vez de un sueño sin adiós...
Desordenada habitación
Son el calor, hacer el amor,
el miedo y la pasión...
Tanto soñar, con esa flor mezcla de sol y temporal:
El doble filo de un amor real, actores sin guión,
Un mundo teatral, función sin hora de empezar.
Deja el frío y entra en calor, y lo oscuro deje paso al color.
No me canso nunca de hablar, porque vivo en el silencio mas total:
Diez años antes era igual.
Eramos uno y uno y luego dos,
Mas cerca cada vez de un sueño sin adiós...
Desordenada habitación.
Hay algo mas, recuérdame que hay que ordenar la habitación.
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